Cualquier empresa o autónomo incurre en gastos para mantener su negocio. Estos se definen como cualquier salida de dinero, sin importar si es en efectivo o a través de otro método de pago. Los tipos de gastos más comunes son los financieros, los reembolsables y los gastos deducibles. Ejemplos, definiciones y mucho más, veremos en este post.
Por eso, si te encuentras buscando “gastos deducibles ejemplos”, o “qué son los gastos financieros, gastos reembolsables y gastos deducibles”, has llegado al artículo indicado. Desde 9Assessors, explicaremos las particularidades de cada uno de estos gastos y los ilustraremos con ejemplos para que puedas comprenderlos con claridad.
Qué son los gastos deducibles: ejemplos y significado
En primer lugar, es necesario conocer qué son los gastos fiscalmente deducibles. En este sentido, la definición engloba a aquellos que, al estar vinculados con la actividad económica de la empresa o del autónomo, se pueden deducir fiscalmente.
Tanto los autónomos como las empresas pueden tener gastos relacionados con su actividad. Por ello, Hacienda permite que se puedan deducir a través de dos conceptos: el IVA y el IRPF.

Las 3 condiciones que debe cumplir un gasto para ser deducible

Para que un gasto pueda ser deducible fiscalmente, desde Hacienda exigen tres requisitos:
En primer lugar, debe estar relacionado con la actividad económica de la empresa o del autónomo.
En segundo lugar, el gasto debe estar justificado o documentado con una factura de compra.
Por último, tiene que estar registrado contablemente en el libro de gasto que corresponda.
Hay que saber que Hacienda es muy estricta con este tipo de gastos. Por ello, cumplir las tres condiciones es un requisito obligatorio para que se puedan deducir más tarde.
Qué es un gasto financiero
En cuanto al gasto financiero, este forma parte de la partida de los gastos deducibles de la actividad económica. De nuevo, puede darse en las empresas, así como en los profesionales autónomos.
Un gasto de este tipo es aquel en el que incurre una empresa a consecuencia del uso de capital que han puesto a su disposición terceras personas. Es decir, si ha acudido a la financiación ajena. Aquí es donde vemos las diferencias entre gasto deducible y gasto financiero.
Como apunte, los gastos financieros más habituales son tanto las comisiones como los intereses.
Los gastos financieros también pueden ser deducibles
Sin embargo, también hay que tener en cuenta que los gastos financieros pueden ser deducibles. Para ello, de nuevo, deben cumplir con una serie de condiciones.
Para convertirse en deducibles, los gastos deben ser los necesarios para obtener ingresos. Es decir, deben estar relacionados de forma directa con su actividad.
Por otro lado, desde Hacienda también se ponen límites a la deducibilidad de estos gastos financieros. Sobre todo, para el Impuesto de Sociedades. Por ejemplo, el resultado financiero neto solo se puede deducir hasta un 30% del beneficio operativo del ejercicio.
Sin embargo, sí se pueden deducir aquellos gastos financieros hasta llegar al millón de euros por ejercicio. Los que no se puedan deducir por dicho límite podrán deducirse en los ejercicios posteriores hasta un máximo de 18 años.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que esta limitación no se aplica a las aseguradoras, a las entidades de crédito ni a las sociedades que se extinguen o se han disuelto en el ejercicio en el que se haya producido su extinción.
Qué es un gasto reembolsable
El gasto reembolsable, por su parte, es aquel que está a nombre del proveedor, pero corre a cuenta del cliente. En la factura debe aparecer con IVA y también con la retención necesaria en caso de que corresponda.
Algunos autónomos o empresas suelen facturar ciertos gastos que se derivan de la actividad con el cliente. Estos, si van a nombre del proveedor, se conocerán como gastos reembolsables.

Diferencias entre gastos reembolsables y gastos suplidos
En este sentido, es necesario también diferenciar entre gasto reembolsable y gasto suplido, ya que no son lo mismo. El suplido es un gasto que va a nombre del cliente y no del proveedor.
Un gasto reembolsable es, por ejemplo, el gasto de luz de un profesional autónomo que reembolsa a su cliente. Uno suplido, por su parte, pueden ser los gastos que una gestoría abona por anticipado a un cliente en concepto de notaría.
Como ves, en el primer caso el gasto va a nombre del proveedor, pero, en el segundo, lo hace a nombre del cliente.
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